viernes, 20 de julio de 2007

Lectura, escritura, teoría literaria

Hace unas semanas, estuve leyendo trabajos que contaban la lectura que se iba produciendo sobre poemas de escritores vanguardistas y noté, entonces, por una parte, que se iban animando a encontrar sentidos en ellos, al mismo tiempo que eso a veces se traducía en un simplificar un poco las cosas. Me parecía comprensible, ante la desestabilización de sentidos que provocaban algunos textos con sus rupturas, que el primer movimiento de lectores que quieren leer haya sido la determinación de unos temas, de manera lo más lisa y llana. Esto es: "leí, me dijo algo, sé de qué habla, no me quedé afuera".
No obstante, faltaba desarrollo que me permitiera a mí como lectora de las escrituras de l@s alumn@s saber qué reflexiones habían conducido a tales conclusiones o, por el contrario (y solo por dar dos versiones posibles de la cuestión), qué derivaciones habían devenido de la lectura del "tema". Al mismo tiempo, veía asociada una falta de penetración en el plano del significante, que este aparecía como indivisible aún, demasiado compacto para que pudieran jugar más el texto.
Así, jugamos durante dos días una tarea de escritura que funcionó como estrategia investigativa ante los poemas de estos autores: la consigna fue imitar del poema todo aquello que no fuera su contenido y que le permitiera a cada uno decir poéticamente según su interés. Hurtar las formas.
Dos tareas vinieron "después" a explicitarse (aunque en algunos casos se dieron naturalmente en la reflexión de l@s alumn@s): comparar el propio poema con el del autor canónico de modo tal de deducir de lo que ha quedado igual, unas formas que pudieran ser las estudiadas u otras cuyos nombres o descripciones yo explicaría en tal caso.
Dulce que quema

Eres tan dulce dormida, tú mujer en mi cama
y eres tú la mujer de mi mundo

Cuando no estás aquí son tan duros los tiempos
En mi futuro no sé, pero en mi pasado amor hubo

Estando acá en ti, sensación extrema
Mientras yo le escribo ella siempre me borra

Ayuda!

Desnúdate en silencio. Tú que aún me tocas
Tizna de policromo azul que esboza

Sigue en silencio mas no calles
Tu brazo de lo que sea pesa

Como solo tu mirada
Que vino aquí y nunca se marchó cual esposa
que me roza

Ayuda!

En tu seno vacío de desesperanza verde
duele. Basta me retiro a lo irreal

El dolor se transforma y comienzan cosas no tan malas.
Dentro mío el dolor aún se siente, avisan , mas la ignoras

Tú mujer, ven, quemas
Dolorido, iracundo y malherido.

Ayuda!
He aquí el poema creado por mí, Lino Zimerman, en clases de lengua. La verdad que fue muy grata la experiencia de crear un poema con la estructura de uno de Pablo Neruda. Gracias, Vero

martes, 17 de julio de 2007

¿Qué hay de nuevo, viejo...?

Estamos estudiando las vanguardias históricas en la literatura. Por ese camino, a veces hemos ido a parar a Leonardo y su hombre de Vitrubio y nos preguntamos por los vínculos entre las formulaciones estéticas y las científicas del conocimiento. Hemos reescrito de varias maneras un poema de Oliverio Girondo, el "Espantapájaros". Hemos tomado cierta dimensión histórica al pensar los tiempos en los que no existían nuestras maneras de escribir y leer, que hoy de nuevo cambian a través de las TICs. Hemos tenido miedo y placer de imaginar otros mundos humanos.

De cómo las fantasías a veces consolidan en una idea sobre la realidad y nos convencemos de unas como de otra, cuestión de ponerse de acuerdo. De cómo cada cosa implica su contrario. Que los límites son difusos si se hacen preguntas. De cómo el amor, el arte y la guerra de sentidos hacen que establezcamos reglas y las quebremos. Que un poema plantea un conflicto, no excluye una historia, la suya, que es la de su escritura o la de su lectura. De que nos dice algo, por suerte, nos da palabras. De que hay unas formas que podemos hurtar y escribir, por nuestra parte, entregarnos a ser leíd@s. Estos han sido y son temas de intercambios, discusiones, exposición de nuestras ideas, de nuestros miedos, de nuestras ilusiones, humores diversos, en nuestras clases.

Nos aproximamos a lo que el arte ha sido y puede ser una y otra vez, yendo y viniendo por sus senderos con la laboriosa impunidad del lector que también escucha canciones, observa pinturas y esculturas, animaciones, anda por la calle prestando atención a todo y a nada que no sea su fondo luminoso.

Ahora publicamos aquí algo de esa intimidad que se produce con nuestras incertidumbres en el espacio del aula. Y jugamos a que el misterio de la cuadratura del círculo radica en la extraña geometría que podría describir la dimensión del vínculo entre una página o una pantalla y el ojo que la lee por un cable de fibra óptica tal vez en cualquier lugar del mundo redondo redondo como un barril sin fondo.